jueves, 26 de agosto de 2010

¿Por qué Birmingham?

Entre tantas ciudades que hay en Inglaterra, es difícil elegir una, pero mi objetivo principal es aprender inglés, así que me hice una lista de ciudades candidatas, al estilo de los Juegos Olímpicos y tenía más o menos estas:
  • Londres
  • Bristol
  • Manchester
  • Liverpool
  • Southampton
  • Birmingham
Y como hace el resto del mundo, busqué información de las ciudades, población, universidades, coste de la vida, transporte. Londres la descarté por ser cara y estar llena de turistas, Manchester y Liverpool por ser un destino demasiado llamativo para muchos españoles que quieren ir a estudiar y quería evitar la tentación de rodearme de compatriotas, y Southampton por ser una ciudad demasiada pequeña para mi gusto.

Así que me quede con dos ciudades: Bristol y Birmingham, las dos tenían sus ventajas e inconvenientes, la primera es de tamaño medio, con ambiente universitario, barata y con conexión directa a Barajas con Easyjet, la segunda es mucho más grande, con más ofertas de trabajo, moderadamente barata, pero con el incoveniente de no tener vuelo directo a Madrid con lo que había que hacer varios transbordos para llegar, así que finalmente elegí Bristol...

... pero, tuve la suerte de conocer a una compañera en un curso de inglés en Alcalá de Henares, Inma, más maja que las pesetas, y me contó su experiencia en Bristol, porque ella estuvo una temporada viviendo allí y aprendiendo inglés, y entre lo que comentó que Bristol estaba muy bien para aprender inglés, facilidades para encontrar alojamiento, barato y estaba bien ubicada, pero estaba lleno de españoles e italianos, muy buen rollo y muy simpáticos, pero que la cabra tira al monte y al final acababa hablando castellano; llegados aquí a lo mejor se puede pensar que el problema era yo que no quería conocer a españoles, y no se trata de eso, sino que conociendo mis defectillos, al final sería yo el primero que no me esforzaría en utilizar el inglés y buscaría el confort de escuchar castellano. Y como soy dado a seguir los buenos consejos, pues le hice caso, me olvidé de Bristol y continué investigando sobre Birmingham.

Y finalmente Birmingham me convenció, aunque como segundo plato (que me perdonen los Brummies).



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